Self ...

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miércoles, 7 de noviembre de 2012

De abstracciones musicales y demás sentimientos


       Pregunté en Twitter recientemente … ¿qué hacer cuando la nostalgia se mezcla con la frustración, al mismo tiempo que tienes la certeza que tus problemas no están próximos a terminar? No tuve respuesta, pero en el fondo sabía que el sentimiento que en ese momento me embargaba necesitaba un escape, una salida alterna, algo exprés que rememorara las alegrías que en ese momento estaban perdidas. ¿Y qué? Estaba deprimido. ¿Acaso no es eso normal en algún momento de la vida, máxime cuando parece que tienes el agua hasta el cuello y te da por recordar momentos en que todo marchaba bien? Pues tarde era entonces quejarse o lamentarse de lo que no había sido resuelto con anterioridad, situaciones que fácilmente hubiesen podido solventar el momento difícil que ahora pasaba, pero para ello tendría ya que haberse inventado la maquina del tiempo y así poder volver a un pasado no tan lejano y hacer las cosas diferentes. Esto se llama frustración. Tenía entonces en una sola noche de primavera la mezcla de nostalgia y frustración. Nostalgia por un pasado optimista y soñador y frustración al ver la decepción de mis metas no alcanzadas. Se vino entonces a mi mente la certeza que el único que podía cambiar mi situación, sea cual fuere, era yo mismo, y que el momento perfecto no era mañana, sino hoy. "El futuro comienza en el presente" dicen algunos, y es cierto. Había que empezar a hacer todo distinto quizá, y esperar así resultados distintos. En otros tiempos hubiese espantado los sentimientos que me acongojaban con alguna oración, pero estaba hoy tan confundido que no pude encontrar una paz interna que me permitiese entrar con confianza a las esferas del espíritu. "No eres un cuerpo, eres un alma que tiene un cuerpo" dice C.S. Lewis. Es probable pensé y quizá hasta sea fundamental, pero lo que es hoy, soy eminentemente cuerpo, porque mi alma estaba dormida. _ ¿Cómo resolver?, pensé. _ ¿Cómo desahogar el sentimiento?, me pregunté. Mi alma-cuerpo estaba ya tan cansada que no me quedaba suficiente ectoplasma como para generar más lagrimas, llorar había pasado ya de moda. Cual adolescente perdido o desorientado, con el alma deprimida y hecha pedazos, opté entonces por desahogarme hacia la practica de lo sublime, un acto tan concreto como abstracto, una fantasía que había cautivado el alma desde los santos hasta los más crueles malhechores. Una práctica o más bien "substancia" tan volátil que más fuerte que la gravedad es palpable en las más altas estructuras y complejidades de lo que se conoce como sociedad, pues es en ella y ha sido inherente a la historia desde siempre; formadora de la identidad de lo más profundo del ser, aun cuando no nos demos cuenta de ello. Para hacer uso entonces de esta "substancia" había que usar el cuerpo, y excitar así un poco por medio de éste el alma, que tan sedienta estaba de algún placebo que simulara la paz perdida. _ "He acá el aliciente perfecto", dije para mí; y tomando mi computador y confiando en el buen gusto de mis costumbres, la selección aleatoria dio origen a un concierto tan ecléctico como único, un placebo que inmediatamente desde el temblor de mis mecano receptores sensoriales, excitó al VIII par craneal y según los académicos, por medio de supuestas estratagemas cuánticas en el interior de mi cerebro también al alma que hasta sobrepasa la realidad de mis  moléculas y conforma la entidad que a fin de cuentas conforma quien soy yo.
Música, el aliciente perfecto y la abstracción adecuada inmediata para el dolor, el aburrimiento, la tristeza e incluso para supra valorar momentos de felicidad, si se quiere. En alguna otra ocasión me dedicare a resolver mi problema con mayor seriedad, ahora solo quiero dejar envolverme en aquellos lazos de aquella locura que algunos llaman melomanía, y que es según algunos, un tipo de neurosis la cual yo amo con todo el corazón.

Y de fondo con mi sub woofer, tiembla mi ventana.