Revivir tantos atardeceres que tan amablemente me ha dado El Salvador, no los cambiaría por nada del mundo. Cada canción, cada sol, cada tarde, cada amigo, cada cerveza y cada plática; sobra el deseo de estar en El Pulgar, y me surge de repente un cariño bonito a la tierra que me ha regalado tanto.
Evoco la maravilla de las tardes y la calidez de las aguas. El Pacífico nunca lo fue tanto como cuando yo era niño y construía mis castillos en sus arenas. Sin embargo embravecía el mar como un monstruo al mediodía, pero aún así siempre con delicadeza con sus calidas aguas quizo acariciar mis pies. Bonitos son y fueron esos recuerdos, bonitas fueron las amistades, bonita la juventud la que vivimos quienes aprendimos a respetar, temer y amar la maravilla del mar, mientras crecíamos a la vida en El Salvador; mientras escúchabamos nuestra música siendo simples bichos, monos cagados, cheros y cheras.
Algo del genero DubTech, algo en verdad bueno como lo es Rhythm & Sound, encaja perfectamente (como que me hace click!'') …
