LAS VOCES DE LOS INANIMADOS:
_ “Hay un eclecticismo singular en Ciudad Gris que da a pensar en ciudad multicolor, más no es Ciudad Nueva, aún. Es ciudad permanente o mas bien detenida en el tiempo; pero en esa dimensión hay esbozos de progresismo”.
No entendiendo las palabras y descripciones dadas por el frío e inanimado extraño que habíame interpelado en plena Alameda, proseguí mi camino en la fría tarde de invierno, escuchando, viendo y observando los testimonios de un pasado tallado en concreto; pasado del cual me hablaban aquellos erosionados y sabios testigos mudos que aun sobreviven en éstos días en las calles de Santiago.
_ “Ver la ciudad durante la noche, tan quieta y sombría, hizo olvidarme la intensidad del movimiento que manifestó hace tan solo unas cuantas horas, antes que se ocultáse el sol. Verlos a todos ahí, en sus respectivos nidos en formas de cajas, incluso enternece al corazón. ¿Quién hubiese pensado que sí, en efecto, es posible encontrar vida tan lejos del mar, en medio de montañas, en las faldas de Los Andes?”
Diciendo ésto, La Gaviota exploradora alzó nuevo vuelo rumbo al Puerto, dejando en profundo sueño y descanso a los habitantes de cajas que frenéticamente se mueven en la urbe.
_“¿Será algo ya propio de los santiaguinos, el establecer como norma el mínimo contacto humano entre los usuarios del transporte colectivo?… _No lo se, pero si sé que esa rubia que llaman ‘pelolais’, que todos los días sube en la misma estación, siempre tan absorta, comportamiento automático, escuchando quien sabe qué cosa; ella, la pelolais, es la musa de inspiración que mi timidez necesita para romper protocolos sociales”.
El metro siguió su camino y la musa también el suyo, perdiéndose entre aquella masa humana.
_“Mañana será otro día, mañana tendré el valor. Mientras hoy, una vez mas soñare con ella”.
‘Quiltro’ vivió en una plaza de Santiago cuyo nombre nunca supo pero que reconoció siempre como hogar. Vivió ahí también su amigo, un anciano loco con quien compartía muchos rasgos: desgreñado, peludo, lengua larga, revolucionario, mal oliente y de buen corazón.
Habíanse hecho asiduos conversadores, el anciano siempre hablando y ‘Quiltrín’ asintiendo con coletazos, ya saben, como quien quiere mover su cola para conversar.
Pasó el tiempo y el mundo se movió, quedando hoy día los arboles de la plaza como únicos testigos de esa felicidad sencilla; la historia de un indigente superviviendo de la beneficiencia y su perro quiltro.
De todos los edificios de Santiago Centro, es la Torre Entel la mas orgullosa. Pero, siendo sensatos, cómo no habra de serlo cuando sólo ella puede jactarse de dar el clima, la hora y hasta las noticias en una flamante LED. Y que decir de la exótica gama de parabólicas de colección con las que gusta adornar su cabeza. Precisamente por ésto nunca simpatizó con los nuevos edificios de Sanhattan, acusandolos a estos de ‘arribistas’ por su obsesión con las alturas. Prefirio entonces mejor guardar su distancia y reducir su circulo social a sus meros vecinos, los edificios de gobierno.
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