Self ...

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martes, 27 de agosto de 2013

Desinstrumentalizando el entorno - Crítica y cuestionamiento.

   
     Cuando yo era chico, tipo 1.48 mts más o menos de estatura, era fácilmente impresionable por todo y cada cosa de lo que me decían me lo creía. Así fui fascinándome por historias y leyendas de mi querido El Salvador, ustedes saben, historias fantásticas y mitológicas. Recuerdo escuchar también con atento interés todos los relatos de la vida de mi abuela, sus testimonios de supervivencia a los terremotos, guerras y demás aventuras de mi país a lo largo del siglo XX. Recuerdo poner atención en las clases de religión en mi colegio y escuchar con inocencia la historia de los santos, las historias del saltimbanqui Juanito Bosco, los milagros del padre Pío, las apariciones de Fátima y un sin fin de 'manifestaciones' a cual más impresionante que la literatura y tradición cristiana puede ofrecer, y que a esa corta edad en un ambiente religioso y con una estatura tan corta sobre todo, hacía volar mi imaginación hacia lugares fantásticos insospechados, alcanzando niveles de creatividad propios de Hollywood que ahora de adulto, me cuesta reencontrar. Así pase la infancia, entre juegos e historias. Poco comprendía del mundo real y su cuadratura, sus leyes y sobriedad, su poca imaginación y renuencia a lo fantástico. Poco sabía también de la brusca obstinación inherente al sistema social  ya aceptado tácitamente por todos, por convertirnos en autómatas; y poco sabía también yo que mi existencia queda en cierta medida reducida a una mera estadística, un número, una simple pieza del juego. Así de inocente, así de libre, así de humano, era yo.

     Con el pasar del tiempo, confieso hay veces quisiera reencontrarme con ese niño que era yo. Me cuesta verlo tal cual era, tan auténtico; añoro creer en él y sus ideas. Si escuchara sus consejos para conmigo hoy en mi presente, no dudaría que la claridad de su pensamiento contrastaría sorprendentemente con las abrumadoras nebulosas actuales. Me gustaría hablar con él, verlo jugar y ponerme a jugar con él; porque de él tengo más que aprender que de ningún otro en esta vida. Pero el cerebro olvida y archiva todo en un lugar muy profundo, las experiencias pasan, nuevas necesidades surgen, y el realismo un día viene de tajo con ese golpe que te hace abrir los ojos. 

Ese golpe …

     ¡Bendito es ese golpe que viene sin aviso a la vida y te golpea a la cara! Para unos más concreto, para otros una serie de eventos, vacíos, inquietudes que nunca cesan. La certeza de lo incierto, el vacío del alma, si se quiere, pero un golpe en definitiva, y ese golpe, abre los ojos.

     Al final, ya no somos niños, porque el mundo en su sentir no esta hecho para ellos. Queda entonces afrontar la vida, ceñirse el cinturón, apretar el estómago y seguir caminando, siendo adulto, siendo hombre, encontrar tal dignidad y afrontar estereotipos. Pero he acá el primer problema, y es que en este proceso se te dice: 'te quiero gris, te quiero cuadrado, te quiero hecho hormiga'. Se te dijo también: 'te quiero hecho un número, te quiero funcional, te quiero operante, no te quiero siendo una carga, sino productivo, generando dividendos'. En realidad lo que se te quiere decir pero no se te dice es simple, 'te quiero hecho hormiga', y hasta ahí llega nuestra dignidad, convirtiéndonos en hormigas estadísticas, si se quiere entender. A esto le llamo, 'la mera instrumentalización de la humanidad', a fin de mantener un 'status quo', a fin de mantener un sistema de creencias con el cual tenemos que estar de acuerdo porque sí, y es que este sistema es tan bien aceptado que al parecer su dignidad global es mayor a la de cualquier individuo. Se vive, se muere y se va la vida por rendir tributo al 'sistema de creencias'. Pero … si hemos evolucionado tanto en sociedad, ¿por qué parece que no funciona? Y lo que es grave, se nos ha hecho creer que 'nosotros' lo hemos establecido así', creyendonos herederos directos de los protagonistas de la Revolución francesa, nadie se da cuenta que es impuesto. Pero hay algo que huele mal y cualquiera puede leerlo entre líneas, pero mientras pienses, vivas, trabajes y seas como hormiga, pensaras como ellas y serás feliz. Aldous Huxley estaba en lo cierto, tal como hoy mediáticamente nos pintan que este mundo es 'un mundo feliz'. ¡Pero hombre despierta!, se nos dice, ¡estamos en la cúpula y cima de la comprensión de nuestro destino, estamos y somos el pináculo de la evolución de las especies, nunca hemos sido capaz de crear un sistema tan perfecto! Pero yo lo cuestiono todo, como cuando el niño que yo era, pregunto el por qué de todas las cosas, porque soy curioso, sí, y porque a la vez hay mucho que no me encaja. No me trago todo el cuento. Un ejemplo claro en el siguiente cuestionamiento: ¿Será acaso que estamos sobrevalorando la 'democratización al estilo occidental' como la panacea y remedio universal a los problemas de los pueblos, tanto como para justificar la imposición por la fuerza de la misma, suprimiendo libertades de los individuos o naciones, tal como esta pasando hoy día en Medio Oriente? Como lo dije antes, se vive, se muere y se va la vida por rendir tributo a un determinado 'sistema de creencias', mismo que sostiene y permitir la existencia de la República y su soberanía; república utópica en la que pocos pueden ver la transitoriedad de la misma. 

     A parte de lo anterior, surgen aún más cuestionamientos prácticos de la realidad que día a día se vive en mi país. Y es que como lo dije, no me compro el cuento completo: ¿Por qué en mi país se nos hace creer que en la comprensión de la conformación del sistema social en el que nos desenvolvemos solo hay dos opciones, ser de derecha o de izquierda, en cambio no se nos enseña que para lograr y buscar lo que es "correcto" se pudiera hacerlo también sin recurrir a asociaciones partidarias? No digo que ello este mal, pero parece que hay quienes no pueden concebir una carrera democrática sin tener que abanderarse. ¿Por qué esto se entiende así y se acepta así en toda Latinoamérica al pie de la letra y nadie parece interesarse en las propuestas independientes? ¿Quién nos asegura el éxito y perpetuidad de éste sistema de creencias en el cual estamos ya tan cómodos? ¿Cuánto tiempo le queda a tal sistema? ¿Quién nos asegura que este sistema del cual les hablo, 'la democracia occidentalizada', no caerá, como lo hizo antes el imperialismo y la monarquía? ¿Qué habrá después de ello? O más bien, ¿será que no ha sido la democracia en sí misma la que nos ha fallado en la labor en pos de construir una 'sociedad utópica', sino ha sido más bien una contaminación mal intencionada en la forma que se ha implementado tal concepto, esto por parte de intereses maquiavélicos que devengan el control y el poder, es decir, de parte de los dueños del mundo, o como dicen los ecnomistas, de parte de 'una mano invisible que lo mueve todo'? ¿Es pecado cuestionarse esto? ¿Por qué se han callado los idealistas del mundo? ¿Por que no cantamos, imaginamos y creamos, como cuando niños? ¿Quién nos impuso este 'esnobismo' tan ridículo? ¿Por qué nos hemos dejado instrumentalizar? ¿Quién me asegura que son buenas y reales las intenciones del sistema financiero internacional a fin de salvaguardar la dignidad de los pueblos, de mi pueblo, de mi gente? … Y última pero no menos importante, ¿acaso en serio, repito, ¡acaso en serio!, creemos que nuestros gobernantes gobiernan en libertad y que nuestras 'democracias' son soberanas? Ah, y me surge ahora la última, de verdad que la última, ¿por qué cuando alguien se cuestiona todas estas cosas, en vez de incentivársele a pensar más y generar conocimiento, se le acusa de simpatizante radical de obsoletas ideologísa ortodoxas y otros delirios? ¿Por qué? 


     Es difícil emprender el camino cuesta arriba de la vida por sí mismo, sobre todo si abarcando los planos personal, espiritual e íntimo, no se trata de conciliar todos estas áreas también con el plano social, pues vivimos en comunidad. Al menos para mi sí es difícil, pero esto se aplica a mí, que busco respuestas y trato de leer entre líneas. Más difícil en esta tarea de la vida es, a parte de conciliar todas estas áreas,  conservar a su vez la inocencia perdida de la infancia, conservar esa la leve esperanza de un mundo mejor. Estoy fielmente convencido que no hay niño en el mundo que no quiera esto, un mundo mejor, y si es que lo hubiera no es por maldad inherente sino porque algo o alguien prematuramente le ha robado tal inocencia. En este post ya algo largo y filosófico, lejos de dar una respuesta y derrocar sistemas, solo quiero dejar algo, y es que hay que volver a ver en nuestra niñez aquellos retazos de la inocencia perdida, del idealismo que busca crear un verdadero mundo feliz, a fin de desinstrumentalizar esta sociedad, tan 'esnob', tan pesada, tan gris y tan ridícula. En otras palabras, ¡ya no más hormigas, sino PERSONAS, dignas en sí mismas! 

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